¿Sabías que existe un medio “mágico” que mejora la salud y calidad de vida de toda tu familia, así como las perspectivas de éxito en el futuro de tus hijos? Es algo que no es costoso; es más, es muy fácil de conseguir y está al alcance de muchos. Según el libro El sorprendente poder de las comidas en familia, escrito por la periodista norteamericana Miriam Weinstein, esta magia radica en las comidas familiares.

Cuando las familias se acostumbran a comer juntos la mayoría de los días de la semana, se viven experiencias invaluables de diferente tipo. Algunas sirven de aprendizaje, otras fomentan la unión, otras contribuyen a la nutrición de nuestro cuerpo y, otras, a la de nuestra alma.  Son muchos los beneficios del comer en familia, algunos de ellos incluso comprobados científicamente. Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad de Columbia en 1996, y otro por la Universidad de Tufts en 2013, lograron demostrar que los adolescentes que se sientan a comer con sus familias de manera regular tienen menor riesgo de caer en alcoholismo, drogadicción o de padecer trastornos alimenticios.

Si bien es cierto que los momentos vividos en familia pueden variar según las costumbres, la cultura o la situación económica, el sentarse a comer en una mesa todos reunidos ofrece a la mayoría de las personas, la oportunidad de compartir, no solo alimentos, sino también experiencias, ideas y sentimientos. Cada comida se puede ver como un lienzo en blanco, que se va transformando o pintando a medida que transcurre el encuentro con los diferentes temas de conversación que van surgiendo. Cada encuentro es diferente y nunca igual al anterior, ya que las situaciones cambian todos los días. ¿Se imaginan el poder que el comer juntos tiene sobre la formación de nuestros hijos? Es una oportunidad enorme, durante las comidas familiares, los niños pueden desarrollar su capacidad de comunicación al aprender a hablar por turnos, exponer ideas, o a escuchar a los demás, entre muchos otros.

Lo anterior va ligado con el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños, ya que sentarse a la mesa en grupo y hablar de nuestras cosas, en un ambiente cálido y amigable puede contribuir a que los niños aprendan a conocer su mundo interior de una mejor manera, a entender a los demás y a hablar de las emociones. Se cree que las personas inteligentes emocionalmente son más empáticas, ya que tienen una mayor capacidad de entender a los demás.

A nivel nutricional, las comidas familiares también pueden cumplir con una función de prevención y protección de muchos problemas alimentarios que viven las nuevas generaciones como el sobre peso, la desnutrición o diferentes trastornos. Por ejemplo, un estudio realizado en 2011 y publicado en la revista Pediatrics, reveló que niños que comían en familia tienen un 12% menos de probabilidad de sufrir de sobre peso; además estos niños ingieren un 20% menos de comida procesada, ya que comen más comida real y fresca incluyendo frutas y verduras. El mismo estudio comprobó que los adolescentes que comen en familia tienen un 35% menos de posibilidad de padecer de anorexia o bulimia.

De todo lo anterior, lo que más me atrae de invitar a mi familia a la mesa, bien sea con mi marido e hijas o con tíos, primos, abuelos o amigos, es que en la mesa por lo general se pasa muy bien, es una oportunidad de pasar más tiempo de calidad con las personas que nos importan, escuchar vivencias, chistes o hablar sobre los eventos actuales. Se vive el presente, pero al mismo tiempo los adultos regresan al pasado con sus anécdotas y los niños se proyectan en el futuro con sus sueños saboreando comida hecha en casa y con amor.