Es importante conocer los antecedentes y principios del Feng Shui para que, de ahora en adelante, cuando escuchemos sobre el tema, el asunto no suene extraño a nuestra cultura ni mucho menos a nuestras creencias y así evitaremos pensar que estamos incluso vulnerando nuestra propia religión o posición filosófica.
La historia del Feng Shui tiene sus orígenes en la China desde hace aproximadamente 3000 años y se empezó a conocer en Occidente hace un siglo. Su base filosófica se centra en el TAO teniendo como máximo exponente a Lao Tse y su filosofía es el respeto por la naturaleza.  La naturaleza implica montañas, ríos, bosques, tierra, agua, en fin, todo lo que involucre paisaje tanto natural como urbano y espacios sostenibles y ambientes sanos.  ¡Interesante!  Lo anterior nos lleva a encontrar un punto de afinidad entre el Feng Shui como un concepto del oriente y ambiente sostenible del Occidente; dos percepciones geográficamente distantes pero enmarcadas dentro del mismo concepto: vida en equilibrio en ambientes sanos.
Es a partir de este planteamiento donde se originan muchos de los conceptos que vemos hoy y que se han filtrado en nuestras casas, nuestras oficinas, en las remodelaciones, en los nuevos diseños, en la forma de ubicar una casa en un lote y hasta en la decisión de escoger un color para pintar.

La energía, fuerza vital de la naturaleza
Para el Feng Shui todo se mueve por la energía. Para los chinos la definición filosófica de la energía es “aliento de vida”, en su propia lengua CHI, para los japoneses KI, la misma que mueve las cosas. La que se siente cuando un espacio es más agradable que otro, lo que nos mueve a preferir un color más que otro; en fin, la energía la hemos sentido desde siempre solo que ahora ese concepto intangible se puede explicar desde la perspectiva del Feng Shui volviéndose más tangible.

La energía se vuelve tangible cuando la podemos conducir en un espacio a través de elementos como el agua, la madera, el fuego, la tierra y el metal, los colores, los objetos, el mobiliario, las orientaciones geográficas, las distribuciones espaciales estratégicas, las volumetrías fascinantes pensadas para transmitir equilibrio.  Al parecer esta sensibilidad es intrínseca a la arquitectura y especialmente a quienes se desenvuelven en ella, sin embargo, si es manejada de manera táctica y con una intención y fin específicos puede promover muchos aspectos de la vida de quienes viven un determinado espacio o diseño; entonces el propósito vital sería aún más claro, tanto para quienes crean los espacios como para quienes los habitan; lograr espacios en permanente armonía con su entorno y con la gente que los ocupa. Es decir, espacios sostenibles y en equilibrio.
La energía es reconocida por los sentidos, por la intuición y a través del sentido común. Cuando estos tres aspectos sean desarrollados con más conciencia podremos llegar a sentir y descifrar con exactitud lo que trasmite un espacio y darle un significado especifico. Se requiere no obstante de una mente abierta y flexible y de una información clara y estructurada. Esta información puede ser proporcionada por el Feng Shui.
Aprender sobre este tema no es complicado; sin embargo, como se decía anteriormente, se requiere mente abierta para incorporar un nuevo conocimiento, cualquiera que éste sea.

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Con amor,
Lili

Fotografía:HisuLee