Carta de nuestra editora: A mi abuela le enseñaron a ser racista.

Carta de nuestra editora: A mi abuela le enseñaron a ser racista.

Por: PANDORASCODE

Mi abuela era Austriaca nacida en Colón, Panamá, pero cuando sus padres se divorciaron ella regresó a Viena con su mamá, su abuela y sus dos hermanas menores. Al estallar la segunda guerra mundial su padre, quién se había establecido en Panamá, hizo todo lo que estaba a su alcance para rescatarlas y llevarlas de regreso a su tierra natal. Llegaron en un barco de la Cruz Roja, muy débiles, con agujeros en la ropa, con mucha hambre pero sin poder comer, pues después de aguantar tanta hambre vomitaban todo lo que comían.

Años después, un día cualquiera sentados a la mesa del desayuno Alito, como ella le decía a su padre, bajó el periódico y muy seco le dijo mirándola a los ojos: “Tú puedes casarte con el barrendero si quieres, no me importa; ¡Pero que no sea judío ni negro!” Y levantó su periódico nuevamente para seguir leyendo.

Mi abuela siempre me contaba esta historia porque la había marcado mucho y yo entendía que lo hacía con la intención de enseñarme, a su manera, a NO ser racista. ¿En serio, a no ser racista? No recuerdo visitar a ninguna amistad que no fuera blanca cuando iba de vacaciones a Panamá, y recuerdo escuchar frases como “es más café que leche” refiriéndose al color de algunas personas. De hecho, cuando mi mamá quedó embarazada de mi, ella no pudo evitar pedirle a Dios que yo naciera blanca, dado que del lado de mi padre hay toda una escala de colores de piel. Eso sí; siempre, siempre nos habló de considerar a todos como iguales. 

Esta semana se desató una gran polémica en torno a las manifestaciones en E.E.U.U. y he visto como personas en diferentes países están atacando a otras por postear, y también por no postear el cuadrado negro en Instagram, símbolo de la protesta ante las brutales muertes de los afroamericanos a manos de la policía.

¿Pero cómo puede esto ser una pelea?

Al reducir esta protesta únicamente a las recientes y brutales muertes de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery estamos viendo menos del 1% de la imágen completa. Se trata de ellos y de todos los que vinieron antes de ellos como Malcom X, Martin Luther King y de todos los otros nombres que no están aquí; tendríamos que empezar desde la esclavitud. Esta es la raíz del racismo, un discurso creado para legitimar un negocio.

Y esto lo cambia todo porque los africanos son el único grupo que no llegó a la tierra prometida en busca del sueño americano. Pensemos un momento: después de la segunda guerra mundial no ha habido más campos de concentración ni cámaras de gas para asesinar judíos, a diferencia del racismo con el que las brutales muertes de los afroamericanos se repite continuamente porque es una violencia sistematizada, hasta 1960 eran legales los linchamientos y hasta hoy la policía no es procesada, ni siquiera con evidencia, recordemos la brutal muerte de Rodney King en 1992.
Los recientes asesinatos han movido al mundo a manifestarse en contra de este discurso de odio, hemos visto marchas en Nueva Zelanda, Alemania, Francia y Londres, entre otros, porque reconocemos que no se trata de un país o de una comunidad, se trata del mundo entero y del derecho a la vida, de vernos como lo único que real y esencialmente somos; antes de etnias, géneros, nacionalidades, preferencias sexuales y políticas o la cantidad de pigmento que hay en nuestra piel; somos personas, seres humanos. ¡Esta es la imágen completa!

En el fondo mi abuela sabía esto, sabía que estaba mal discriminar a otros; por eso me enseñó a respetar la vida; sin embargo, ella aprendió a ser racista de su padre y de la alta y blanca sociedad a la que pertenecía. ¡Como me hubiera gustado presentarle a mi abuela a Jane Elliott, una maestra de primaria de un pueblito en Iowa, E.E.U.U. que un día entendió lo que era el racismo, su atrocidad. Lo realmente absurdo que es!.
En 1968, la mañana siguiente después del asesinato de Martin Luther King Jr., Jane condujo un ejercicio en su clase para entender lo que significaba ser un niñ@ negr@; dividió a sus alumnos por color de ojos, el grupo de ojos azules y el de ojos cafés.  Elliot les explicó que la inteligencia era determinada por la melanina, mientras más oscuros los ojos de la persona, más inteligente, y adicionalmente les dio privilegios sobre el otro grupo. El cambio fue inmediato, los niños se sintieron más seguros e incluso insultaron al grupo de ojos azules y hasta se pelearon. Por otra parte los niños de ojos azules cometían errores tontos y eran tímidos derrepente. Observó cómo los niños replicaron los comportamientos aprendidos de sus padres. Y al invertir a los grupos el lunes siguiente Elliott  vio cómo los niños de ojos azules se comportaron de manera diferente porque en sus palabras: “¡me di cuenta de lo que se siente estar abajo, y no quiero hacer sentir así a nadie, nunca más!.”

Y es cierto que si no lo vives no existe ¿cómo creer en el racismo cuando no lo ves y no lo padeces? Piensa que es como el Coronavirus, no porque no lo veas significa que no está ahí.
¿Quieres entender el racismo en 1 minuto? Te invito a ver este video donde Jane Elliott te lo explica:

 


ESTAS SON LAS MANOS QUE RECONSTRUYERON EL SALADO, MONTES DE MARÍA (COLOMBIA) LUEGO DE LA MASACRE A LA QUE SOBREVIVIERON EN EL 2000. 
FOTOGRAFÍA ALEJANDRA QUINTERO/FUNDACIÓN SEMANA

Esta es una oportunidad de decir ¡NO MÁS, NI UNA MÁS, NI UN@ MEN@S!
Por las injustas muertes de Anderson Arboleda, Mario Chilhueso, Dilan Cruz, Alejandra, Alessa Flores, Ingrid Escamilla, Fátima, Giovanni López y Marielley Miguel, tristemente entre cientos de miles.

“La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio; sólo el amor puede hacerlo” M.L.K.

 

 

 

Escrito por Johanna Díaz Oundjian

Fotografía: Alejandra Quintero para Vhera Lucci

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