De mi papá aprendí...

De mi papá aprendí...

Por: María Paula Rueda
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Música sugerida: Blue Bird - Alexis Ffrench 

De mi papá he aprendido tantas cosas... él no lo sabe pero fue mi mejor entrenador. 

He aquí algunas de las lecciones que aprendí de él. 

LECCIÓN # 1 

DE MI PAPÁ APRENDÍ A SER VALIENTE Y LANZARME A LA VIDA. 

Desde chiquita me empujó, literalmente, a superar mis miedos y enfrentar la vida de las maneras menos ortodoxas posibles. Mi papá es un pequeño troglodita con un corazón de osito cariñosito.  

Recuerdo unas vacaciones familiares a mis 5 años en Girardot, un pueblito de tierra caliente entre las montañas majestuosas de Colombia. A esa edad era adicta a la piscina. Duraba horas entre el agua fantaseando mil historias marinas mientras mi piel se arrugaba como uva pasa en el sol.  Si bien era valiente para el agua, era una gallina para el rodadero, ¡sentía terror! Un terror curioso, en todo caso, porque subía las escaleras del rodadero, miraba la inmensidad desde las alturas escabrosas de esa montaña de plástico azul y así mismo descendía por las escaleras pensando que sería una pésima idea lanzarme desde aquel abismo. Mi padre seguramente había observado ese comportamiento repetitivo y sin decirme nada, en una de esas pruebas fallidas de valentía, se ofreció a acompañarme en mi travesía. Cuando me encontraba en lo alto de la cima me exhortó a sentarme y confiar. Yo miraba extasiada y aterrorizada ese bello reino de fantasía líquida que amaba tanto cuando, sin previo aviso, sentí que su mano empujó mi espalda haciendo que mis nalgas se deslizaran rápidamente por la lengua gigante de plástico hasta caer en el agua. Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de tener miedo. ¡Salí extasiada de ese chapuzón con ganas de más! Ese fue el inicio de mi temeraria vida de rodaderos.  

Lección aprendida: existen situaciones en las que debes lanzarte sin pensarlo más. La valentía sólo vendrá cuando experimentes el vértigo de la caída y te des cuenta que la vida te sostiene. 

 

LECCIÓN # 2 : 

DE MI PAPÁ APRENDÍ A REÍRME A PIERNA SUELTA DE LA VIDA Y MIS TORPEZAS

La risa de mi padre es como un cascabel sonoro que viaja por el aire hasta llegar a oidos de quienes lo conocen. Es como un Hermes alado que lleva buenas nuevas de alegría y entusiasmo. Su carcajada es tan estrepitosa que sus amigos le dicen “susurro” porque se escucha a kilómetros de distancia y saben que ahí viene Rueda. Yo heredé su misma risa vulgar y contagiosa y con ella la capacidad para reírme de mi misma, gozar del buen humor, (ojalá negro) con buenos amigos y la decidida voluntad de no tomarme tan enserio lo que a mi  ego le parece importantísimo. Lo único terrible de reírse así es que tanto movimiento del diafragma y tanto aire frío en la garganta termina en una tos de tísico vergonzosa; parezco una viejita con neumonía después de tanto reírme.  

Lección aprendida: no hay nada que una buena risa no cure y el buen humor no aligere, especialmente si se trata de no tomarse tan en serio las pataletas del ego. 

 

LECCIÓN # 3: 

DE MI PAPÁ APRENDÍ A SUPERAR EL RENCOR Y ACEPTAR LA DIFERENCIA

Si alguien conoce de primera mano los horrores de mi carácter es mi papá. Nadie ha tenido que toparse tan de frente con mis testarudos cuernos carpicornianos, mi furia feminista, mi deseo libertario y mi decidida voluntad de confrontar, como mi papá. (Puedo imaginarlo alzando las cejas y suspirando profundo mientras dice ¡siii!) Bueno y ¿a quién creen que le heredé tan épico carácter y tan afilados cuernos carpicornianos? No puedo echarle la culpa a mi papá solamente (aunque nació el 1 de enero). Mi delicioso cóctel genético es la mezcla de Hulk y Tormenta en batalla mientras contrarrestan las estupideces megalómanas de Magneto. 

Si mis padres son intensos, poderosos y decididos, ¿cómo podría ser yo una santa paloma? El punto es que a lo largo de estos años me he peleado y reconciliado con mi padre varias veces y todas han sido peleas dignas de pagar palco. Cada una por motivos y con argumentos diferentes pero de fondo siempre tuvimos que aprender las mismas lecciones: aceptarnos, perdonarnos y volver a amarnos. 

Lección aprendida: si amas, perdonas y entre más perdones mejor amarás. 

 

(Podría seguir recordando lecciones pero ya la gente no lee como antes y probablemente se aburran rápido si me desparramo en prosa así es que la editora me ha pedido que sea breve.)   

 

Yo no se si mi papá se ha dado cuenta de todo lo que me ha enseñado. Probablemente no ha tenido tiempo para darse cuenta porque ha aprendido a la par conmigo. Me recibió en sus brazos a los 19 años y la vida se partió en dos desde ese momento; de ‘lover boy’ pasó a cambiar pañales y trabajar como un burro por el resto de su vida. Hoy me da gusto saber que en medio de esta pandemia se quedó atrapado en su finca de tierra caliente, curiosamente en Girardot, en donde puede descansar y disfrutar más la vida.

No idealizo a mi papá, conozco la fuerza de su lado oscuro y de su lado luminoso. Gracias a la fuerza del amor siempre hemos superado las batallas que nuestros egos han librado. Mi adorado troglodita de manos regordetas y yo, su réplica en versión femenina de manos huesudas y largas, hemos sabido hacer las paces y abrazarnos tantas veces como ha sido necesario. 

Así es que de mi papá aprendí que ante todo el amor es mas fuerte. ¡Lo extraño! Ojalá pueda abrazarlo pronto, estrujar sus cachetes y decirle cuánto lo amo. 

 

 ¡Feliz Día Papás! Son ustedes la fuerza que empuja a la vida a gestarse y florecer.

 

PANDORASCODE · De Mi Papa Aprendí por María Paula Rueda

PANDORASCODE · De Mi Papa Aprendí por María Paula Rueda

 

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Guitarrista, Terapeuta Gestalt, Musicoterapeuta, terapia de respuesta espiritual (TRE), péndulo universal.

Músico Guitarrista de la Universidad de los Andes. Terapeuta Gestalt de la Escuela  Transformación Humana, Claudio Naranjo. Graduada del programa SAT dirigido por el Dr. Claudio Naranjo. Musicoterapeuta Humanista del Instituto Mexicano de Musicoterapia Humanista. Cuenta con estudios certificados en Terapia de Respuesta Espiritual (TRE) y Péndulo Universal. Meditadora comprometida con el linaje Bön Budista. Cuenta con experiencia docente y en recursos humanos además de  desempeñarse como terapeuta, tallerista y conferencista. Diez años de experiencia en consulta privada atendiendo adultos, adolescentes y jóvenes que han vivido duelos, buscan mejorar su calidad de vida, reformular su proyecto de vida, fortalecer su camino espiritual y su autoestima, así como mejorar sus relaciones interpersonales y su vida en pareja. Creadora del programa Música Maestro enfocado en la utilización de la música como recurso pedagógico en la primera infancia.