En el fascinante viaje hacia el autodescubrimiento y la sanación emocional, las constelaciones familiares emergen como un faro que ilumina las complejidades de nuestro pasado. Este enfoque, enraizado en la obra de Bert Hellinger, nos invita a explorar las conexiones intrincadas entre nuestra historia familiar y las heridas no cicatrizadas de nuestro niño interior. ¿Cómo influyen las experiencias de la infancia en las batallas cotidianas de la vida adulta? ¿Qué patrones se revelan cuando nos sumergimos en la red de relaciones familiares? Mi nombre es Fedra Gonzalez, soy consultora Psicológica (Counselor) y Consteladora Familiar. Hoy desentrañaremos los misterios de las constelaciones familiares, descubriremos la importancia de abrazar y sanar al niño interior, y exploraremos el impacto transformador que este proceso puede tener en nuestra búsqueda de bienestar emocional y éxito en diversos aspectos de la vida.

Cuando hablamos del "niño interior", nos referimos a los anhelos y deseos no satisfechos durante la infancia, creando una distancia entre lo que se recibió de los padres y lo que se necesitaba. Aquí es donde, según las constelaciones familiares, se generan traumas que, aunque se manifiestan en la vida adulta, están arraigados en las experiencias infantiles.

Desde este enfoque, el trabajo con el niño interior implica abordar la historia personal del consultante, explorando las relaciones con los padres y otros elementos del árbol genealógico. Es un proceso de desentrañar aquellas heridas emocionales y demandas insatisfechas que pueden afectar la vida adulta.

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Durante una sesión de constelaciones familiares, la identificación de las heridas del niño interior se realiza cuando la persona experimenta una invasión de angustia, tristeza y una demanda infantil. La aparición de estas emociones revela la presencia del niño herido, manifestando la distancia entre lo que se necesitaba en la infancia y lo que realmente se experimentó.

Los patrones comunes que surgen al trabajar con el niño interior incluyen emociones desmedidas como angustia, enojo y malestar, originados por experiencias de abandono, violencia o abuso de poder. En la vida adulta, estos patrones se manifiestan a través de demandas desubicadas hacia los demás, reflejando las necesidades no satisfechas del niño interior.

Cuando la sanación del niño interior tiene lugar, se experimenta un impacto profundo en la vida de la persona. La liberación de demandas, mandatos y emociones no resueltas permite ubicarse en el lugar adecuado, sin cargar con heridas que generen dolor, angustia y tristeza. Esto crea la apertura para recibir amor, salud, prosperidad y éxito en diversas áreas de la vida.

Para aquellos que desean explorar las constelaciones como una herramienta de sanación del niño interior, el primer paso es reconocer el conflicto presente y entender que está relacionado con el niño interior. Tomar conciencia de las emociones asociadas, como angustia o tristeza, es crucial para iniciar el proceso de sanación.

La siguiente recomendación es buscar ejercicios específicos, ya sea a través de constelaciones familiares o prácticas individuales, que permitan abrazar, amar y liberar al niño herido. La autenticidad y el deseo genuino de modificar patrones negativos son clave para emprender el viaje hacia la sanación del niño interior.

Las constelaciones familiares ofrecen un enfoque profundo y transformador para sanar el niño interior, liberando las ataduras emocionales y permitiendo vivir una vida adulta plena y consciente. La conexión con nuestras raíces familiares y la comprensión de las dinámicas subyacentes son pasos esenciales en este camino hacia la sanación interior. Si te quedo alguna duda o quisieras más información, me puedes encontrar en Instagram como @fedragonzalez_ 

Portada: Gustavo Fring