La inteligencia emocional y la gestión adecuada de nuestras emociones son aspectos vitales en el aprendizaje y desarrollo humano. Sin embargo, muchos de nosotros crecimos en entornos donde se nos castigaba o reprimía por expresar emociones negativas, lo que nos llevó a diseñar una personalidad que no muestra ni expresa ciertos sentimientos, creando un monstruo interno que se alimenta en silencio. Mi nombre es Naty Ferndandez, soy coach ontológico y mentora espiritual; y hoy vengo a contarte cómo podemos evitar explotar por guardar nuestras emociones.

Para evitar explotar debido a la acumulación de emociones no expresadas, es fundamental aprender a escuchar y aceptar todas nuestras emociones sin juzgarlas o rechazarlas. Las emociones son reacciones químicas que ocurren en nuestro cuerpo en respuesta a lo que percibimos externamente y cómo nos percibimos a nosotros mismos. Cerrar los ojos, sentir y permitirnos experimentar todas nuestras emociones sin culpa es un paso importante hacia una gestión emocional saludable.

Este proceso de autoconciencia y auto observación puede considerarse una forma de mindfulness, donde expandimos nuestro campo de conciencia y nos vemos a nosotros mismos sin juicios, como si fuéramos niños descubriendo el mundo por primera vez.

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Al guardar y reprimir emociones negativas durante mucho tiempo, estas emociones adquieren una carga intensa y pueden tener consecuencias negativas. Nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás pueden verse afectadas, limitando nuestra creatividad y nuestra capacidad para ver otras alternativas en situaciones difíciles. Además, estas emociones pueden crear un secuestro emocional, donde nuestra amígdala (una parte del cerebro) se cierra, dejándonos atrapados en patrones de comportamiento dañinos y limitantes.

El impacto de mantener emociones crónicas sin expresarlas adecuadamente puede ser devastador, afectando negativamente nuestra salud física, mental y emocional. Además, este patrón puede convertirse en una especie de adicción, ya que el cuerpo y el cerebro se acostumbran a reaccionar de esa manera.

Para evitar estas consecuencias negativas, es esencial que desde la infancia se fomente la inteligencia emocional y la gestión de las emociones en las escuelas. Técnicas como el coaching, la meditación, la respiración consciente, Ho'oponopono, tapping, entre otras, pueden ser herramientas valiosas para abordar y manejar nuestras emociones de manera saludable.

Aprender a aceptar y gestionar nuestras emociones sin juzgarlas ni reprimirlas es fundamental para evitar explotar emocionalmente. Una gestión emocional adecuada nos permite desarrollarnos plenamente en todas las áreas de nuestra vida y establecer relaciones más sanas y significativas con nosotros mismos y con los demás. La inteligencia emocional debería ser parte esencial de nuestro aprendizaje y desarrollo desde la infancia, brindándonos las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida de manera más positiva y constructiva.

La explosión emocional puede estar relacionada con una serie de factores, muchos de los cuales tienen sus raíces en la forma en que hemos sido educados y en cómo percibimos el mundo que nos rodea. Algunos de los principales desencadenantes de la explosión emocional incluyen:

Falta de gestión emocional desde la infancia: Si no se nos enseña a gestionar nuestras emociones desde temprana edad, es probable que las reprimamos o ignoremos, lo que puede llevar a una acumulación insostenible de tensiones emocionales.

Comparación constante con los demás: Vivir en una sociedad que constantemente nos compara con los demás puede generar inseguridades y ansiedades. Sentir que nunca somos lo suficientemente buenos o que siempre debemos estar a la altura de ciertos estándares puede generar una enorme presión emocional.

Falta de autoconfianza y autoestima: La falta de confianza en uno mismo y la percepción de no ser lo suficientemente valiosos pueden generar un diálogo interno negativo, aumentando la probabilidad de una explosión emocional.

Estrés y presión laboral: La sobrecarga de trabajo, la presión en el ámbito laboral y la falta de equilibrio entre trabajo y vida personal pueden desencadenar emociones intensas y abrumadoras.

Represión emocional: Ignorar o reprimir constantemente nuestras emociones puede llevar a una acumulación de tensiones que eventualmente explotan.

Descontento con la vida: Vivir una vida que no nos satisface o que no es auténtica para nosotros puede generar una profunda insatisfacción emocional.

Para manejar las emociones intensas y evitar la explosión emocional, es fundamental incorporar estrategias y técnicas que nos permitan liberar, comprender y gestionar de manera constructiva nuestras emociones. Algunas sugerencias incluyen:

Autoconciencia y autoobservación: Prestar atención a nuestras emociones, identificarlas y reconocerlas sin juzgarlas es el primer paso para manejarlas adecuadamente.

Escritura terapéutica: Llevar un diario emocional puede ser una excelente manera de liberar y comprender nuestras emociones, así como rastrear patrones y desencadenantes emocionales.

Actividades de liberación emocional: Practicar ejercicios físicos, como caminar, correr o golpear una almohada, puede ayudar a liberar la tensión acumulada.

Respiración consciente: Practicar técnicas de respiración consciente puede ayudarnos a calmar el sistema nervioso y reducir el estrés.

Meditación: La meditación puede ayudarnos a calmar la mente, aumentar la autoconciencia y gestionar nuestras emociones de manera más efectiva.

Tapping (EFT): El tapping, una técnica de liberación emocional a través de toques en puntos específicos del cuerpo, puede ser útil para liberar bloqueos emocionales y reprogramar creencias limitantes.

Ho'oponopono: Esta práctica hawaiana de perdón y liberación emocional puede ayudarnos a sanar memorias pasadas y vivir en el presente con más paz y serenidad.

Buscar apoyo profesional: Si las emociones intensas se vuelven abrumadoras o difíciles de manejar por sí mismas, buscar la ayuda de un profesional de la salud mental puede ser una opción valiosa para abordar estos desafíos.

La práctica de la autoobservación y la respiración consciente es una herramienta poderosa para aprender a reconocer y manejar nuestras emociones de manera efectiva. Al cerrar los ojos y respirar suavemente, nos conectamos con nuestras emociones y sentimientos, identificándolos y sintiéndolos en el cuerpo. Esta autoconciencia nos permite reconocer cómo nuestras emociones se manifiestan físicamente y dónde se almacenan en nuestro cuerpo.

A través de esta práctica, podemos liberar la tensión y la energía acumulada en nuestro cuerpo y prevenir la acumulación excesiva de emociones. Si realizamos esta técnica de forma consistente, especialmente por las mañanas y las noches, comenzamos a desarrollar el hábito de observarnos y conectarnos con nuestras emociones de manera consciente. Así, evitamos que las emociones se repriman y se conviertan en una carga emocional inmanejable.

La práctica de reconocer y manejar nuestras emociones a través de la autoobservación y la respiración consciente desempeña un papel fundamental en la comunicación asertiva. Cuando somos conscientes de nuestras emociones, pensamientos y sentimientos, estamos en una mejor posición para comunicarnos de manera efectiva y clara con nosotros mismos y con los demás.

La comunicación asertiva implica expresar nuestras necesidades, deseos y emociones de una manera respetuosa y clara, sin ser agresivos ni pasivos. Al estar en contacto con nuestras emociones y entender cómo afectan nuestras reacciones, podemos responder de manera más calma y equilibrada en situaciones emocionales.

La autoconciencia nos permite detenernos antes de reaccionar impulsivamente y tomar decisiones más conscientes sobre cómo queremos responder a una situación. Cuando comprendemos nuestras emociones y las de los demás, podemos expresar nuestros puntos de vista de manera respetuosa y abierta, sin que las emociones negativas nublen nuestro juicio.

Establecer límites personales saludables es esencial para prevenir la acumulación excesiva de emociones y evitar explosiones emocionales. Algunos consejos para establecer límites personales efectivos incluyen:

Aprender a decir "no": Reconocer nuestros límites y tener la valentía de decir "no" cuando sea necesario, sin sentirnos culpables o presionados.

Establecer prioridades: Identificar qué es realmente importante para nosotros y enfocar nuestra energía en lo que realmente nos importa.

Practicar el autocuidado: Priorizar nuestro bienestar físico, emocional y mental, y dedicar tiempo a actividades que nos relajen y recarguen.

Comunicar nuestros límites: Ser claros y directos al comunicar nuestros límites a los demás, sin temor a expresar nuestras necesidades.

Aceptar nuestras emociones: Reconocer y aceptar nuestras emociones, sin juzgarnos a nosotros mismos por sentirlas.

Pedir ayuda cuando sea necesario: No tener miedo de pedir ayuda y apoyo cuando nos sentimos abrumados o necesitamos un descanso.

Establecer límites digitales: Limitar el tiempo que pasamos en redes sociales y dispositivos electrónicos para evitar la sobrecarga emocional.

Al establecer límites personales saludables, reducimos la acumulación excesiva de emociones y creamos un espacio para el autocuidado y la autorregulación emocional. Esto nos permite manejar nuestras emociones de manera efectiva y prevenir situaciones de explosión emocional, promoviendo así una mayor armonía y bienestar en nuestra vida cotidiana. Si te quedo alguna duda o quisieras una asesoría, me puedes encontrar en Instagram como @natyfernandez.zenlife o en mi página web.

Portada: Thiago Alencar