¿Cómo identificar si he sanado realmente mis heridas emocionales?

¿Cómo identificar si he sanado realmente mis heridas emocionales?

Por: Gia Daniela

Las experiencias de la vida, especialmente aquellas que vivimos durante nuestra infancia, pueden dejarnos marcas profundas que influyen en nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Estas "heridas emocionales" a menudo permanecen sin sanar, afectando nuestra autoestima, nuestras relaciones y nuestra salud mental y física. Mi nombre es Gia Daniela y soy Life Coach. Hoy exploraremos cómo identificar si hemos sanado realmente nuestras heridas emocionales, por qué tendemos a evitar procesar nuestras emociones, y cómo podemos emprender el camino hacia la sanación y la paz interior.

Uno de los indicadores más claros de que hemos comenzado a sanar nuestras heridas emocionales es nuestro lenguaje interno. La forma en que nos hablamos a nosotros mismos puede revelar mucho sobre nuestro estado emocional y el progreso que hemos hecho en nuestro proceso de sanación.

Cuando hemos sanado, nuestro diálogo interno tiende a ser más compasivo y alentador. En lugar de caer en patrones de desesperanza o auto-sabotaje, somos capaces de enfrentar los desafíos con una actitud más positiva y resiliente. Por ejemplo, ante una situación difícil, en lugar de pensar "No puedo con esto, es demasiado difícil", podríamos decirnos "Esto es un reto, pero sé que tengo la capacidad de enfrentarlo".

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Una persona que ha sanado sus heridas emocionales entiende que las situaciones difíciles, incómodas e inciertas son parte natural de la vida. En lugar de paralizarse ante los desafíos, reconoce sus propias capacidades para enfrentarlos. Existe una confianza interna de que, aunque sea difícil, podrá manejar la situación.

Otro signo importante de sanación es la capacidad de diferenciar entre las emociones que sentimos y la narrativa que construimos alrededor de ellas. Una persona que ha sanado puede sentirse triste o frustrada sin que esto tiña negativamente todas las áreas de su vida. Entiende que una emoción incómoda no significa que todo en su vida esté mal.

La sanación emocional también se refleja en cómo nos tratamos a nosotros mismos cuando cometemos errores. Una persona que ha sanado es capaz de mostrar compasión y comprensión hacia sí misma, en lugar de caer en la autocrítica despiadada.

Un aspecto crucial en el proceso de sanación emocional es lo que se conoce como "conductas automáticas" o madurez emocional. Este concepto se refiere a dejar de actuar como "hijos" en nuestra vida adulta, especialmente en relación con nuestros padres.

Muchas personas adultas siguen esperando inconscientemente que sus padres les den el amor, la atención o la validación que no recibieron en su infancia. Esta expectativa continua es un signo de que aún no hemos sanado completamente nuestras heridas emocionales.

Parte del proceso de sanación implica comprender y aceptar que nuestros padres, como todos los seres humanos, tienen sus propias limitaciones y heridas. Pueden ser "niños heridos en cuerpos de adultos" que no tienen la capacidad emocional o los recursos para darnos lo que necesitamos o esperamos.

La verdadera madurez emocional implica dejar de buscar en nuestros padres (o en otras figuras de autoridad) la validación y el cuidado emocional que ahora, como adultos, podemos y debemos proporcionarnos a nosotros mismos.

A pesar de la importancia de sanar nuestras heridas emocionales, muchas personas tienden a evitar este proceso. Existen varias razones para esto:

Nuestro cerebro está programado para mantenernos con vida y evitar el dolor. A nivel inconsciente, puede calcular que procesar emociones dolorosas requeriría tiempo y energía que podrían ser necesarios para otras tareas "más importantes" para la supervivencia inmediata.

Las experiencias dolorosas de nuestra infancia pueden haber sido tan abrumadoras que nuestro cuerpo y mente desarrollaron un miedo intenso a revivir esas emociones. Este miedo puede llevarnos a evitar cualquier situación que pueda traer esos sentimientos a la superficie.

Muchas personas no cuentan con las herramientas emocionales o el apoyo necesario para procesar sus emociones de manera saludable. Sin estos recursos, enfrentar el dolor emocional puede parecer demasiado arriesgado o abrumador.

El ajetreo diario, las responsabilidades laborales y familiares, y las presiones sociales pueden hacer que parezca que no hay tiempo ni espacio para dedicarse al trabajo emocional.

Es importante distinguir entre estar genuinamente en paz y estar en un estado de evitación emocional. Aunque ambos pueden parecer similares superficialmente, hay diferencias cruciales:

La evitación emocional se caracteriza por:

  • Usar constantemente distracciones para no enfrentar los problemas (alcohol, fiestas, trabajo excesivo, etc.)

  • Vivir con una ansiedad constante de que algo malo va a suceder.

  • Mantener una fachada de perfección mientras se siente internamente inseguro.

  • Tener miedo constante de que las cosas buenas se acabarán.

Por otro lado, la paz genuina se caracteriza por:

  • Una sensación de neutralidad emocional, donde se pueden sentir y procesar todas las emociones sin ser abrumado por ellas.

  • La capacidad de enfrentar los problemas sin entrar en pánico, confiando en que se encontrará una solución.

  • Una narrativa interna que no catastrofiza los eventos negativos.

  • La habilidad de disfrutar el presente sin miedo constante al futuro.

Una diferencia clave entre la paz genuina y la evitación emocional es la actitud hacia los errores y la imperfección. Quienes están en paz genuina no temen equivocarse, entienden que los errores son parte del aprendizaje y crecimiento. En cambio, quienes están en evitación emocional suelen tener un miedo intenso a cometer errores, lo que puede paralizar su crecimiento personal.

El impacto físico de no procesar las emociones

No procesar adecuadamente nuestras emociones no solo afecta nuestra salud mental, sino que también puede tener un impacto significativo en nuestra salud física. La biodecodificación, aunque no es un campo científicamente probado, propone algunas conexiones interesantes entre las emociones reprimidas y ciertas condiciones físicas:

Las personas que tienen dificultades para "digerir" o aceptar ciertas situaciones en su vida pueden experimentar problemas estomacales crónicos.

Aquellos que tienen dificultades para expresarse, poner límites o decir lo que sienten pueden experimentar problemas frecuentes de garganta.

Las alergias y problemas de piel pueden estar relacionados con sentimientos de inseguridad o la necesidad de poner barreras emocionales.

Los cambios drásticos de peso pueden estar relacionados con dinámicas de humillación o la necesidad de protección emocional.

Aunque es importante ser cautelosos al hacer estas asociaciones, algunos estudios sugieren que ciertas formas de cáncer, como el de mama, podrían tener componentes emocionales, especialmente relacionados con conflictos en las relaciones.

Ignorar constantemente nuestras emociones puede tener consecuencias graves a largo plazo para nuestra salud mental:

La represión constante de emociones puede llevar a estados depresivos crónicos. Históricamente, esto ha sido especialmente común en hombres debido a las expectativas sociales de no mostrar vulnerabilidad emocional.

La ansiedad crónica puede desarrollarse como resultado de emociones no procesadas, especialmente en relación con miedos al abandono o al rechazo.

En casos extremos, la represión emocional prolongada puede contribuir a pensamientos suicidas, especialmente en hombres, quienes estadísticamente tienen tasas más altas de suicidio consumado.

La falta de procesamiento emocional adecuado puede contribuir al desarrollo de diversos trastornos mentales a lo largo del tiempo.

Identificar las emociones que hemos estado reprimiendo es el primer paso hacia la sanación. Aquí hay algunas pautas para ayudarte en este proceso:

Presta atención a cómo te sientes en diferentes situaciones, especialmente aquellas que son importantes para ti. Por ejemplo, ¿cómo te sientes cuando otros destacan y tú no? Tu reacción puede revelar inseguridades o heridas relacionadas con el rechazo.

Si te encuentras constantemente comparándote con otros, esto podría indicar heridas relacionadas con la traición o el abandono.

Si tienes un miedo constante al abandono en tus relaciones, sin evidencia real de que esto vaya a ocurrir, podría estar relacionado con experiencias pasadas no resueltas.

Si te encuentras justificando constantemente cuando alguien te trata mal, esto podría indicar una herida relacionada con la humillación y la falta de límites saludables.

Si eres muy compasivo y atento con los demás, pero duro y crítico contigo mismo, esto podría indicar problemas de autoestima y heridas emocionales no resueltas.

Sanar nuestras heridas emocionales es un proceso que requiere tiempo, paciencia y a menudo, ayuda profesional. Sin embargo, hay pasos que podemos dar para comenzar este viaje:

Reconoce y acepta tus emociones. El primer paso es reconocer que todas las emociones son válidas y tienen una función. Incluso las emociones "negativas" nos proporcionan información valiosa sobre nosotros mismos y nuestro entorno.

Practica la autocompasión. Aprende a tratarte a ti mismo con la misma amabilidad y comprensión que ofrecerías a un buen amigo.

Busca apoyo. No tienes que hacer este viaje solo. Busca el apoyo de amigos de confianza, grupos de apoyo o un terapeuta profesional.

Desarrolla herramientas de regulación emocional. Aprende técnicas como la meditación, la respiración consciente o el ejercicio físico para ayudarte a manejar emociones intensas.

Practica la comunicación asertiva. Aprende a expresar tus necesidades y sentimientos de manera clara y respetuosa, estableciendo límites saludables en tus relaciones.

Explora terapias específicas. Considera terapias como la EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) o la terapia cognitivo-conductual, que pueden ser particularmente efectivas para tratar traumas y heridas emocionales.

Sanar nuestras heridas emocionales es un proceso continuo que requiere valentía, paciencia y compasión hacia nosotros mismos. Aunque puede ser desafiante y a veces doloroso, los beneficios de este trabajo interno son invaluables. A medida que sanamos, no solo mejoramos nuestra relación con nosotros mismos, sino que también enriquecemos nuestras relaciones con los demás y aumentamos nuestra capacidad de vivir una vida plena y satisfactoria.

¿Crees que afrontas tus emociones o sueles ignorarlas?

Recuerda que cada persona tiene su propio ritmo y proceso de sanación. No hay un camino único o "correcto" para sanar. Lo importante es dar el primer paso y comprometerse con tu propio crecimiento y bienestar emocional. Con el tiempo y la práctica, podrás desarrollar una mayor resiliencia emocional, una paz interior genuina y una capacidad renovada para disfrutar plenamente de la vida. Si te quedo alguna duda o quisieras más información, me puedes encontrar en Instagram como @soygialifecoach 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Portada:Francesca Zama

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Gia Daniela 

Coach de vida con licencia IAC Experta Universitaria en  Evaluación e intervención psicológica de problemas de pareja

“Desde que empezó a quererse no hay tormenta que la detenga, infierno que la haga arder, o cielo que ella no pueda conquistar. Lo tiene todo, se tiene a ella” 

Roberth Colmenárez 

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Quien soy: 

(Sobre mi foto) 

Soy Gia Daniela y me dedico a acompañar a mujeres a un viaje interior de despertar de consciencia, en el que puedan reencontrarse con su niña herida y darle el amor que necesitó, para renacer en una adulta consciente y madura emocionalmente 

———

Conoce un poco mi historia: 

Toda mi vida me interesé en el estudio del comportamiento humano, de hecho cuando salí del liceo, fui aceptada en una prestigiosa universidad de mi país para estudiar psicología; pero en ese momento estaba por cumplir uno de mis más grandes sueños, formarme como bailarina profesional en el Instituto Universo de Danza de Caracas. 

Me recuerdo en un escenario cantando, bailando y actuando desde muy pequeña, así que mi decisión fue escoger esa segunda opción. 

Mi carrera como bailarina siempre fue mi prioridad. Logré viajar y conocer otras culturas mientras “trabajaba” haciendo lo que más amaba por más de 14 años. 

Pero aunque por ese lado las cosas iban bien, la que ahora reconozco como una herida abandono de la que no tenia consciencia, y mucha inmadurez emocional me llevaban a conectar en relaciones no tan saludables y que terminaba para pasar a otra y otra, en una carrera por encontrar amor, y sobretodo un terrible miedo a la soledad. 

Por más de 12 años seguidos estuve en relaciones, sin permitirme conocerme, y construir una relación saludable conmigo misma. 

Y fue hasta el año 2018, cuando el día de nuestro 5to aniversario (con compromiso de boda incluido) mi pareja tomó la decisión de terminar la relación. 

Para mi fue como si el mundo se me cayera a pedazos. Porque vivía en Marruecos (trabajando como cantante u bailarina en uno de los mejores “Diner shows” de la ciudad de Marrakech), y aunque tenía compañeros maravillosos y un trabajo soñado; esta persona era mi mundo. 

Mi vida giraba en torno a esta relación, mi familia estaba en Venezuela y Estados Unidos, con un océano Atlántico separándome de ellos. 

Fueron los meses más duros de mi vida, en los cuales toque fondo y no sabía cómo salir de allí. 

No fue sino hasta que decidí buscar ayuda profesional con una terapeuta que me diagnosticó un cuadro depresivo, y con mucha paciencia y experticia me acompaño a salir de la tormenta. 

El camino no fue fácil, pero ahora agradezco cada paso; porque fue necesarios para reconstruir a la Gia que soy hoy. 

Aprendí tanto, crecí tanto, que ahora le agradezco a mi ex pareja por dar el paso que mi dependencia emocional no me permitía dar. Y aunque suene trillado, “perderlo” para encontrarme es lo mejor que me ha pasado. 

Ahora descubrí un nuevo propósito, que sin esa tormenta no habría descubierto; ahora quiero acompañar a la gran cantidad de mujeres que al igual que yo, conectan en relaciones de pareja desde una herida de abandono no atendida, y desde un sistema de creencias social súper tóxico que no las permite gozar de relaciones saludables y satisfactorias. 

Por eso me formé para hacerlo de la forma más responsable que pueda, y con todo mi amor.

Mi formación: 

Soy Coach de autoestima y relaciones de pareja. Con una certificación en RCC Empowerment Coach y una licencia de la Asociación internacional de Coaching (IAC) 

También soy Experta Universitaria en Evaluación e intervención psicológica de problemas de pareja de la Universidad Tecnológica (Tech) 

Me mantengo en constante formación con distintos talleres y cursos de mentores como Nilda Chiaraviglio, Pepe del Río, etc… 

Y soy una consumidora empedernida de libros, podcast y audiolibros de  crecimiento personal, manejo de emociones, bienestar emocional, relaciónela de pareja y autoestima. 

Mi propósito como Coach es darte las herramientas que tanto mis estudios como mis experiencias me han dado para alcanzar el equilibrio dinámico y proceso de evolución en el que me encuentro.