Muchas personas se cuestionan por qué les es más difícil relacionarse con los demás, tienen ansiedad, les cuesta conseguir una pareja o simplemente tienen alguna adicción y no le prestan atención. Estos factores son importantes y primordiales, no los dejes pasar. Mi nombre es Eli Salvatierra, soy Coach informada en Trauma. Hoy vengo a contarte cómo puedes identificar si tienes un trauma de la infancia y desde dónde abordarlo.

Empecemos por entender qué es un trauma… Por lo general está instalada la idea de que un trauma es algo extremo como el abuso, la violencia física o psicológica, una violación. Si, claro, son traumas complejos. Aunque en realidad, un trauma es una herida: una cicatriz invisible en tu sistema nervioso. No es el hecho en sí, sino aquello que surge como mecanismo luego del hecho: la respuesta a lo que pasó. Y es subjetivo, cada uno se lo puede responder. Solo que no conoce las preguntas: ¿Cómo estoy siendo y cómo me afecta eso? ¿Estoy siendo perfeccionista? ¿Trabajólico? ¿Panicoso? ¿Ansioso? ¿Depresivo? ¿Me aislo? ¿Me distraigo con alcohol, drogas o comida? ¿Tengo ataques desmedidos de furia? No se quien soy, me cuesta poner límites, soy complaciente y la lista sigue.

La mayoría de los traumas se iniciaron en la infancia y se volvieron una herida fundante de la personalidad. Pero claro, no a todos les afecta igual una mirada de papá, una respuesta de mamá, un grito, un silencio. Cuando sentimos miedo, inseguridad: nuestro cerebro recibe la señal que debe prepararse para accionar. Esas reacciones se vuelven mecanismos defensivos si el estresor permanece en el tiempo. Y si el estrés fue mucho en poco tiempo y vivido en soledad.

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El trauma ocurre cuando mis niveles de cortisol, noradrenalina y adrenalina se desfasan y devienen en problema de salud física y/o mental. La primera alarma que suena, es la del cuerpo: dolores de cabeza, temblores, palpitaciones, infecciones, enfermedades autoinmunes, trastornos alimentarios, hipertensión, entre otros. Luego, revisando los mecanismos que aprendí para no sentir ese dolor: abuso de alcohol, tabaquismo, drogadicción, sexo casual y otros distractores.

Debes tener en cuenta estos factores: el insomnio u otras alteraciones del sueño, la falta de apetito, la ansiedad, la depresión. Si tus niveles de adrenalina o noradrenalina no están equilibrados, es muy posible que se deba a una inadecuada gestión del estrés

Varias personas me consultan cómo pueden ayudar a un familiar o amigo que tiene un trauma y a todos les respondo lo mismo: “Se puede dar agua pero no sed”. La mejor forma de acompañar a otro es volviéndose modelo, siendo ejemplo. No se deben mover las aguas ajenas deliberadamente. Sí puedo hacerle saber que estaré allí cuando esté listo para iniciar su propio viaje y en su salida del estancamiento. Entonces, estar con el otro, hacerlo sentir seguro y validar lo que siente, ya es un gran paso. Y hacerle saber que entendemos su dolor y que lo acompañaremos si decide tomar acción para salir de la oscuridad.
 

Será clave, si se elige hacer el proceso acompañado, encontrar a un profesional que esté realmente presente, que sintonice con tu dolor y que te guíe para que logres incluir el cuerpo en la ecuación y puedas hacer nuevas conexiones neuronales, que te saquen de esas reacciones automáticas que traes como respuesta al trauma. Porque lo que detonó la herida fue justamente no haber sido vistos, escuchados, amados como legítimamente lo necesitamos y lo merecemos. 

Siempre va a haber situaciones que disparen nuestras reacciones en automático. Pero ser conscientes de ello nos permitirá tomarnos el tiempo para responder y no reaccionar. Se aprenden nuevos mecanismos, se desaprende lo anterior.  Será necesario hacer un trabajo integral.

De eso trata el Entrenamiento Emocional que trabajó en sesiones individuales. Los invito a saber más enviando un mensaje directo a la cuenta, los leo todos. Si necesitas algún tipo de asesoría o información, me puedes encontrar en Instagram como @infanciasconscientes

Portada: Rene Asmussen