El bruxismo es una actividad muscular involuntaria que provoca apretamiento o rechinamiento dental, ya sea diurno o nocturno. Puede derivar de múltiples factores, como el estrés, la ansiedad, maloclusiones dentales, trastornos del sueño y causas neuromusculares. Esta condición afecta significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Soy la Dra Karla Abril, médica estética; hoy vengo a explicarte cómo el botox te puede ayudar a aliviar el bruxismo.
El bruxismo puede manifestarse con dolor mandibular, cefaleas frecuentes, desgaste y sensibilidad dental, molestias en cuello y oído, e incluso disfunción de la articulación temporomandibular (ATM). A largo plazo, puede causar fracturas dentales y asimetría facial, afectando tanto la salud bucal como la estética del rostro.
El botox bloquea temporalmente la liberación de acetilcolina en los músculos responsables del bruxismo, reduciendo la hiperactividad del músculo masetero sin comprometer su función normal. Esto alivia el dolor, disminuye la presión sobre los dientes y previene el desgaste progresivo.
El botox se recomienda en casos moderados a severos que no responden a tratamientos convencionales como férulas, fisioterapia o manejo del estrés. Sin embargo, no es un tratamiento de primera línea y está contraindicado en personas con debilidad muscular, trastornos neuromusculares, alergia a la toxina botulínica, así como en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
Si bien el botox ayuda a reducir la presión sobre los dientes, no reemplaza el uso de férulas de descarga, que siguen siendo esenciales para la protección dental en pacientes con bruxismo.
El efecto del botox en el tratamiento del bruxismo dura entre 3 y 6 meses. Los pacientes suelen notar alivio entre 7 y 14 días después de la primera aplicación. Para mantener los resultados, es recomendable realizar sesiones cada 4 a 6 meses, según la evolución del paciente.
El botox es seguro cuando lo administra un profesional capacitado y con el acompañamiento de un rehabilitador oral. Sin embargo, pueden presentarse efectos secundarios temporales como inflamación, hematomas o sensibilidad en la zona tratada. A largo plazo, su uso prolongado puede generar atrofia ósea mandibular por disminución de carga mecánica, atrofia muscular y alteraciones en la biomecánica de la mordida.
El botox no es una cura para el bruxismo, sino un tratamiento sintomático que proporciona alivio temporal. No trata la causa subyacente y debe complementarse con otros enfoques terapéuticos como férulas de descarga, fisioterapia y manejo del estrés.
Este tratamiento es ideal para personas con bruxismo severo que experimentan dolor, cefaleas frecuentes o hipertrofia del músculo masetero con impacto estético. Siempre debe realizarse bajo el seguimiento de un rehabilitador oral para garantizar su eficacia y seguridad.
El botox puede ser una opción efectiva para aliviar los síntomas del bruxismo, pero debe emplearse como parte de un tratamiento integral que aborde las causas subyacentes de la condición. Consultar con un especialista es clave para determinar si es la mejor alternativa para cada paciente. Si te quedo alguna duda o quisieras más información, me puedes encontrar en Instagram como @medikaluah o en Tik Tok como @medikaluah
Portada: Youssef Labib
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