La idea de ser mamá soltera era completamente ajena a mi realidad. Me imaginaba envejeciendo junto a mi pareja. Sin embargo, la vida me ha enseñado que ser madre soltera no es un problema, sino una experiencia increíble.
Me gustaría compartir un momento muy difícil y retador de mi vida, probablemente el más desafiante hasta ahora. Creo que muchas mujeres pueden identificarse con esta experiencia. Cuando llegó mi hija, mi perspectiva cambió completamente. Como madre que amamantó, estaba literalmente las 24 horas del día al cuidado de mi bebé, lo cual puede ser abrumador. Sin embargo, todo el proceso de maternidad fue espectacular.
La maternidad me ha enseñado que todos cometemos errores, y lo importante es crecer, transformarse y mantener la compasión. Mi corazón ha cambiado completamente, y estoy agradecida por esa transformación.
No es mi costumbre juzgar o criticar a las personas por cada acción con la que no estoy de acuerdo. Por el contrario, intento comprender las razones detrás de sus comportamientos. Incluso conmigo misma, después de ciertos momentos, reflexiono y me cuestiono cuando me he equivocado, ya sea hablando mal de alguien o reaccionando de manera desproporcionada.
Al final, somos humanos y cometemos errores. Sin embargo, cuando sé que no estoy actuando de la mejor manera, siento que mi hija Alma me impulsa a ser mejor, a ser más consciente y compasiva.
En mi relación anterior, fui muy feliz. Formamos un buen equipo durante 10 años, adaptándonos el uno al otro. Sin embargo, muchos de mis sueños se apagaron, no por mi pareja, sino por decisión propia. Renuncié a mis aspiraciones, estaba en Estados Unidos, y aunque siempre he sido muy de estar en casa, en ese momento era aún más.
Cuando terminó nuestra relación, fue una etapa difícil. Pero, la llegada de Alma y la ruptura me hicieron darme cuenta que, siendo madre, no podía continuar diluyéndome como persona. Fue un punto de inflexión. Comencé a recuperar mi esencia, a encontrarme nuevamente, a animarme a hacer planes y a viajar con mis amigas.
Antes, todo lo hacía pensando en mi pareja: lo que le gustaba, lo que le agradaba. Ahora entiendo que había perdido mi propia identidad. No me malinterpreten, es un excelente hombre y mi relación fue hermosa. Con Alma, he redescubierto quién soy, he vuelto a soñar, a disfrutar de mi familia y de mis planes.
Hoy puedo decir que nunca hubiera entendido la importancia de recuperarme a mí misma sin pasar por esta experiencia. Sin Alma, probablemente seguiría un poco perdida en piloto automático, olvidando mis propios deseos y sueños. Ella ha sido el catalizador para mi transformación personal, mostrándome que ser madre no significa perderme, sino encontrarme.
Ser madre siempre fue uno de mis sueños más grandes. Mi afinidad con los niños es impresionante; siempre me he sentido atraída hacia ellos. Con mi sobrino, por ejemplo, he sido muy cariñosa y me encanta jugar. Mi ex pareja me animaba, diciendo que sería una "supermamá".
Fue una decisión mutua, decidimos buscar un bebé. Mi ex pareja me propuso tenerlo cuando regresamos a Colombia porque íbamos a estar cerca de nuestras familias porque estando lejos, nos parecía más complicado. Buscábamos que nuestra hija creciera en un ambiente acogedor, típico de nosotros los latinos. Cuando él me propuso comenzar a intentarlo, no lo dudé ni un segundo: quería ser madre. Fue una decisión totalmente planeada. Nuestros amigos nos aconsejaron intentarlo pronto, advirtiendo que el proceso podría tomar entre 6 meses y un año. Para nuestra sorpresa, quedé embarazada en el segundo intento, lo cual fue realmente rápido.
Nunca imaginé que terminaríamos separados, pero hoy puedo decir que estoy viviendo mi sueño con Alma. Fue un proceso hermoso que, a pesar de los cambios inesperados, me ha traído la mayor alegría de mi vida.
Cada momento, cada decisión nos condujo a este punto, y no cambiaría nada.
Creí que ser mamá soltera era impensable. Crecí en un hogar con mis padres, a quienes considero la pareja perfecta. Mis tres hermanas y yo fuimos testigos de una relación amorosa, dedicada y saludable. Mis padres, aunque seguramente tenían discusiones, siempre las manejaron de manera privada y constructiva.
Al principio, sentía miedo. Me preocupaba estar sola en eventos con otros padres, sin ayuda, sin pareja. Pero al dar esos primeros pasos, descubrí mi fortaleza. Mientras veía a otras madres discutiendo con sus parejas, yo estaba tranquila, disfrutando cada momento con mi hija.
Siempre había estado en relaciones, pasando rápidamente de una a otra. Ahora, estar realmente sola ha sido una experiencia reveladora. Dedicar toda mi energía a Alma es maravilloso. No siento que me falte nada.
Para mi, lo importante es que el padre de Alma está presente en su vida, disfrutándola también. Ser mamá soltera no me genera vergüenza, sino orgullo. Entiendo que para muchas mujeres ha sido difícil, quedándose en relaciones tóxicas por miedo al qué dirán.
Mis miedos iniciales eran más sobre la logística: ¿cómo manejaré todo sola? Pero he descubierto que puedo con todo. Ser mamá ya es desafiante, ser mamá soltera es ser un superhéroe. Me he transformado, me he vuelto más fuerte, más independiente. No cambiaría esta experiencia por nada. No es una limitación, es una oportunidad de crecimiento y amor incondicional.
Una de las mejores experiencias de ser mamá soltera en mi caso es contar con el apoyo del padre de mi hija y mi familia. Cuando Alma está con su padre algunos fines de semana, aprovecho para descansar y hacer mis actividades personales. Él también me ayuda durante la semana, llevándola a su casa o cuidándola por un día. Reconozco mi privilegio. No he experimentado un agotamiento extremo gracias al apoyo de él y mi familia. Mis padres disfrutan muchísimo de Alma, lo cual ha sido fundamental para disfrutar mi maternidad. Entiendo que no todas las madres tienen esta suerte, y cuando otras mujeres me comparten sus historias de soledad y cansancio, desearía poder ayudarlas.
La primera vez que viajé, cuando Alma tenía solo dos meses, sentí una profunda culpa. Extrañaba a mi bebé intensamente y quería regresar inmediatamente. Sin embargo, con el tiempo he aprendido a valorar estos momentos para mí misma.
Después de los siete meses cuando deje de lactar decidí no perderme a mí misma y seguir dedicándome el tiempo que necesitaba y necesito. Ahora, cuando viajo o salgo, sé que Alma está bien cuidada. Regreso recargada de energía, lista para jugar, leer cuentos y estar completamente presente.
Reconozco que necesito momentos para mí. Algunos días me siento cansada y solo quiero descansar, y eso está bien. Lo importante es mantener un equilibrio que me permita ser la mejor madre posible. La maternidad es un viaje de amor, aprendizaje y crecimiento personal, y estoy disfrutando cada momento.
Increíblemente, hoy agradezco a mi ex pareja y el camino que recorrimos. Me dio la libertad de encontrarme, de reconectar con mis pasiones y volver a soñar. Soy nuevamente creativa, con mi esencia encendida. Estoy plena, tranquila, en paz y feliz. Siento que todo sucedió exactamente como tenía que suceder, preparándome para lo que venga: ya sea una nueva relación o simplemente para ser la mejor versión de mí misma para mi hija.
Mi hija se ha convertido en mi motor, en mi inspiración para ser mejor. Incluso en conversaciones con mis amigas, me cuestiono constantemente qué ejemplo quiero darle. He aprendido a ser más compasiva, incluso con personas con las que he tenido diferencias, como mi ex pareja. A pesar de una ruptura difícil, he elegido el perdón, pensando siempre en el bienestar de mi hija.
Siento que mi hija representa el amor más puro que he experimentado. Es una locura indescriptible. Cada día me pregunto cómo me ha transformado: la Alejandra antes de ser madre versus la Alejandra actual. Desde que supe que estaba embarazada, mi objetivo ha sido ser una mejor persona, no solo por mí misma, sino por ella.
Me pregunto: ¿por qué creo que Alma llegó a mi vida? Siendo una persona de fe, creo que Dios me envió este angelito con un propósito enorme, y cada día lo confirmo más.
Hoy en día, después de lo que viví, llegué a la conclusión de que estoy muy bien con Alma sin más hijos. La disfruto mucho, y cuando ella está con su papá, tengo la libertad de hacer mis cosas. Pensar en tener otro hijo no es algo que descarte del todo, pero implica una gran responsabilidad. Me pregunto: ¿cómo manejaría la dinámica con dos hijos? Sin embargo, cuando estoy conociendo a alguien y surge el tema de tener hijos, a veces lo replanteo. Si en algún momento encuentro a una persona con quien me sienta realmente conectada, con quien me imagine formando una familia y que vea como un buen padre para mis hijos, sin duda consideraría tener más. La experiencia con Alma ha sido maravillosa, sobre todo porque he contado con mucho apoyo.
Muchas mujeres enfrentan situaciones difíciles como ser mamás solteras, ya sea esperando un bebé o con hijos pequeños, pero les quiero decir que este es un proceso que lleva tiempo. Sanar y encontrar tranquilidad no ocurre de un día para otro. El ego puede hacer que todo sea más doloroso, especialmente si hay una ruptura de por medio. Es normal sentir que es difícil soltar o superar el dolor, pero con el tiempo es posible.
En mi caso, algo que me ayudó muchísimo fue apoyarme en mi familia y mis amigos. Es crucial rodearse de personas que aporten paz, que estén ahí para escuchar y brindar apoyo genuino. A veces, incluso personas cercanas pueden traer energía negativa o comentarios innecesarios; en esos casos, lo mejor es tomar distancia, al menos temporalmente. Durante el duelo, toda la energía que se gasta en chismes o conflictos es energía que necesitamos para sanar.
Además, no se guarden las emociones. Hablar y expresar lo que sentimos es fundamental. Permítete sentir todo desde lo más profundo del corazón, sin juzgarte. El proceso no será fácil, pero rodearte de las personas adecuadas y permitirte vivir tus emociones hará que poco a poco encuentres la paz.
Al principio, muchas personas me decían: “¿Cómo lograste atravesar algo tan difícil sin estar ahora mismo llorando al contarlo?” Creo que la razón es que en tres o cuatro ocasiones lloré con tanto dolor, angustia, miedo y desesperación que literalmente no me quedó ni una lágrima más. Fue un desahogo total, y eso me permitió avanzar. Entiendo que cada proceso es diferente; a algunas mujeres les puede tomar años, y está bien.
También, algo que me ayudó muchísimo fue tener una rutina. Me despertaba, pasaba tiempo con mi hija, trabajaba en mis proyectos y, poco a poco, volvía a soñar. Transformaba todo ese dolor en energía para encender las luces internas que se habían apagado. Fue clave rodearme de personas valiosas, cómo les decía antes, gente que estuvo ahí en los momentos más difíciles y que hoy en día considero fundamentales en mi vida.
Otro aspecto que creo que no se menciona lo suficiente es la importancia de trabajar en los sueños y proyectos personales, especialmente para las mamás solteras. Tener estabilidad financiera marca una gran diferencia. Cuando sabes que puedes cubrir tus necesidades y las de tu hijo sin depender de nadie, te sientes poderosa. Es retador, claro, pero también te da una sensación de orgullo y fortaleza que nadie te puede quitar.
Para mí, alcanzar esa independencia fue crucial. Entender que puedo manejar mi vida, viajar, disfrutar de pequeños lujos, o simplemente mantener mi rutina sin necesidad de apoyo externo, me dio una libertad invaluable. Por supuesto, hay quienes necesitan volver a vivir con sus padres, lo cual es completamente válido y puede ser un gran apoyo. De hecho, yo misma disfruto los fines de semana con ellos, muchas veces me quedo en su casa para compartir momentos y permitirles disfrutar de Alma.
Sin embargo, lograr esa estabilidad económica y emocional me dio la fuerza para decir: “Si alguien no quiere estar en mi vida, está bien, porque yo puedo sola.” Tener esa seguridad es un punto clave para cualquier mamá soltera: saber que eres capaz, que puedes superar cualquier reto, y que, al final del día, lo estás haciendo por ti y por el bienestar de tu hijo.
Hace poco hablaba con una amiga que se divorció hace cuatro años y aún le cuesta superar algunas cosas. Ella me decía: "Es que él se va al restaurante, yo no sé cuál, con su nueva pareja, y me da mucha rabia." Entonces yo le respondí: "¿Por qué no vas tú también con tus amigas a comer rico y disfrutar?"
Sin embargo, cuando no puedes hacerlo por cuestiones económicas, ahí es donde comienza la frustración. Surgen sentimientos como: "¿Por qué él puede hacerlo y yo no? Antes lo hacíamos juntos, ¿y ahora qué?" Esa comparación y sensación de desigualdad alimentan la rabia y el resentimiento.
Por eso creo que tener independencia financiera es crucial. No solo te da la libertad de disfrutar esos momentos sin depender de nadie, sino que también reduce esa sensación de impotencia y desigualdad. Es una parte fundamental para sanar y recuperar tu bienestar emocional.
En un futuro que Alma lea esta historia me gustaría dejarle el mensaje que las mujeres somos capaces de absolutamente todo. Ya no necesitamos depender de un hombre para sentirnos completas o realizadas. Hoy en día, tenemos la capacidad de enfrentar cualquier desafío por nosotras mismas.
Creo firmemente en la importancia de que las mujeres nos apoyemos entre nosotras. Lamentablemente, tendemos a criticarnos y competir en lugar de colaborar. Si pudiéramos cambiar esa dinámica, seríamos imparables, brillaríamos como estrellas.
Alma llegó a mi vida con un propósito extraordinario. Desde antes de nacer, comenzó a transformar vidas, corazones y perspectivas. Estoy segura de que ella, como cualquier mujer, es capaz de todo lo que se proponga.
Si me preguntaran si cambiaría algo de mi camino de maternidad, mi respuesta es rotunda: no cambiaría absolutamente nada. Cada momento, incluso los más dolorosos y tristes, me ha llevado a donde estoy hoy. He ganado un entendimiento profundo de mí misma, de mis deseos y límites.
Acá les dejo la banda sonora de mi historia de amor…
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